miércoles, 20 de enero de 2010

SHERLOCK HOUSE

Es un hombre extremadamente inteligente.
Gran observador; con sólo verte por unos segundos sabe cuál es tu problema.
Le asignan los casos más difíciles.
Su humor es retorcido.
Cuenta con un solo amigo que siempre lo apoya.
Le gusta la música.
Siempre tiene razón, por lo que siempre se sale con la suya.
Estamos hablando de...



No, no se trata de HOUSE sino de SHERLOCK HOLMES.

Es evidente que la serie Dr. House, que es protagonizada magistralmente por Hugh Laurie, ha sido exitosa y que se ha convertido en un referente de la cultura popular. También es evidente que la nueva cinta de Guy Ritchie, Sherlock Holmes, utilizó varios elementos que han vuelto exitoso el programa antes mencionado.

Mucho antes de que se estrenara la cinta, comentamos en el Diplomado de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción (al hablar de Arthur Conan Doyle) que el nuevo Sherlock Holmes era precisamente el Dr. House y que antes de nuestro amante del Vicodin, Grissom (CSI) poseía ese título.

La excusa que ofrecen los realizadores al hacer un remake es que quieren revitalizar la historia o al personaje. Creo que no les gusta ver series, porque los dos personajes citados habían revitalizado a Holmes a la perfección.

Ese es uno de los problemas de la película. Otro, a pesar de que Robert Downey Jr. es un buen actor, es que Sherlock era inglés y Downey no lo es. ¿Acaso no hubiera sido un bombazo ver a Hugh Laurie (quien es inglés) interpretando a Holmes? Es mayor, más alto, más audaz y sobre todo: más inglés.

En la película nos retratan a Holmes viviendo con su mejor amigo Watson, del cuál se empieza a sentir celoso porque está a punto de casarse... ¡Vamos, esa es la dinámica entre House y Wilson! ¿Notaron la relación entre las iniciales de los apellidos?

Con todas estas similitudes, Guy Ritchie tenía que ofrecernos algo diferente, ir más allá. No lo hizo ni con la ayuda de sus tres guionistas (Michael Robert Johnson, Anthony Peckham, Simon Kinberg). Este es otro problema. Al haber tres guionistas (ninguno de ellos es Ritchie) la historia pierde cohesión y deja vacíos que seguramente serán retomados en la segunda parte. Si señor, harán de Sherlock Holmes una franquicia.

Ritchie sorprendió a todos con Lock, stock and two smoking barrels y se consolidó como un director vanguardista con Snatch. Lamentablemente para nosotros los cinéfilos, esos días han quedado atrás. La cinta que le hizo a Madonna nadie la vio (ni siquiera ellos mismos) y con Revolver perdió su encanto. Quiso retomar el camino del bien con Rockanrolla pero se quedó a medias. Recordemos algunas características de sus cintas:
Un montón de personajes
Todos ellos chidos, con sabiduría callejera
Dinero, joyas o drogas como el tesoro que tienen que encontrar estos piratas urbanos
Humor negro, retorcido, ácido (marca registrada de los ingleses)
Diálogos inteligentes y memorables
Historia llena de vueltas de tuerca
Golpes y persecuciones.
Tomas novedosas en slow motion o frenéticas.
Así como con Matrix, cintas posteriores exprimieron al máximo estas características, las chotearon.
Era momento de que Ritchie se renovara. Sería un buen reto para él hacer Sherlock Holmes alejándose de todo eso. Lamentablemente no pudo y tuvo que recurrir a su zona de confort.

Aún así no logró impregnarle su estilo. No hay diálogos inteligentes y memorables. El humor es muy soso. Las vueltas de tuerca no están bien elaboradas. No hay tantos personajes y los que aparecen carecen de gracia e importancia. Eso si, algunas tomas son muy buenas y siguen los golpes y persecuciones.

La producción es impecable (como la mayoría de las cintas que cuentan con ese presupuesto) y es digna de verse. Sin embargo al terminar de verla le queda a uno el gusanito de que pudo haber sido mejor.

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