domingo, 15 de agosto de 2010

UN SNUFF ANÓNIMO EN EL CONFÍN DE LA TIERRA

Tres novelas totalmente distintas pero totalmente recomendables:

Chuck Palahniuk ha causado controversia por su escritura irreverente, sin tapujos acerca de temas tabú como el sexo. Acaparó los reflectores por la gran adaptación que hizo David Fincher de su novela El club de la pelea y, en lo personal, me atrapó con su cuento Tripas. Ahora nos presenta SNUFF. Su portada simple pero sugerente, nos remite instantáneamente a la pornografía. Todo ocurre en una gran habitación donde 600 voluntarios esperan su turno para que la ex reina del porno, Cassie Wright, logre el récord mundial de relaciones sexuales consecutivas con hombres distintos. Todo será filmado y posteriormente comercializado. La historia se desarrolla a través de la visión de cuatro personajes: el señor 137, el señor 72, el señor 600 y Sheila, la coordinadora. De forma dinámica, hilarante, provocativa y deslenguada Palahniuk nos muestra las entrañas de la industria del porno. Datos históricos y económicos, remedios caseros y profesionales para verse bien a cuadro y las razones y motivos por los cuáles los personajes se encuentran en esa habitación se entrelazan de forma fluida y natural y, como en todas las novelas de Palahniuk, al final nada sale como se esperaba.
Además de güeyes, cabrones o pendejos, ¿cómo llamarle a los hombres? Sheila nos da unos ejemplos:
Chaqueteros, Dispara-leches, Frota-glandes, Machaca-pitos, Jala-vergas, Limpia-bombillas, Pela-plátanos, Ahoga-serpientes, Estruja-plátanos, Enciende-mangueras, Suelta-chorros, Arroja-leches, Saca-mecos, Salpica-techos, Saca-yogures, Empalma-huesos, Estruja-glándulas, Lanza-renacuajos, Azota-almejas, Tira-cañas, Saca-leches, Empapa-calcetines, Machaca-porras, Soba-pitos, Clava-taladros, Lanza-sorbetes, Escupe-leche, Aprieta-salchichas, Mete-churros, Dispara-semillas, Menea-puños, Pringa-páginas, Soba-chichis, Saca-mantecas.

Imagina que al despertar te das cuenta de que eres otro. Que estás dentro del cuerpo de otro, dentro de la casa de otro, dentro de la vida de otro. Esto y más se explora en la gran novela ANÓNIMO de Ignacio Solares. De manera alternada (recordando la Amnesia de Nolan) nos enteramos de lo que le pasa al otro a partir de la noche que despierta en el otro y de la vida del otro antes de que el otro despertara en su cuerpo. El inicio te agarra (y no te soltará hasta la página 215):
Parece cosa de risa pero aquella noche desperté siendo otro.
Se dio así nomás, al abrir los ojos y comprobar que mi cuerpo no era mi cuerpo.
Calma, me dije, en un momento va a pasar.
Pero me senté en la cama y no reconocí una ventana sin cortinas, abierta a una noche despejada y silenciosa.
Me volví bruscamente y al encontrar a mi lado un rostro de mujer que no era el de mi mujer estuve a punto de soltar un grito que ahogué con el dorso de la mano.
Apoyé la espalda en la almohada y respiré hondo.
De la mesita de noche (que no era mi mesita de noche) tomé el reloj de pulsera (que no era mi reloj de pulsera) y vi la hora: las doce con un minuto.
Eché un vistazo a la recámara. A pesar de que sólo distinguía las sombras de los muebles, esas sombras no me decían nada: ni el tocador, ni la cómoda, ni los cuadros religiosos de las paredes, ni la camisa blanca colgada en un respaldo de una silla con una actitud de fantasma cabizbajo, como si reflejara mi situación.
Una sola sombra familiar hubiera bastado para rescatarme, pero no la encontré.
"En Anónimo, Ignacio Solares incursiona con buena fortuna en la novela gótica. Su fin no es aterrorizar, aunque su escrito tiene momentos crispantes, sino más bien generar una atmósfera de desasosiego e inquietud. Y lo logra especialmente cuando abre esa puerta, a la vez pesada y sutil, entre dos reinos que no deben mezclarse."

William Hope Hodgson, uno de los grandes maestros de Lovecraft y máximo exponente del terror marino (acá lo pueden comprobar), da un giro radical en su novela La casa en el confín de la Tierra. Un par de aventureros se encuentran un manuscrito donde un viejo narra, a manera de diario, los extraños sucesos que están ocurriendo en su casa. Lo que empieza como una novela de monstruos termina siendo una odisea de terror cósmico. A propósito, Lovecraft -en El horror sobrenatural en la literatura- apunta:
"The house of the borderland (1908) -quizá la mejor de todas las obras de Hodgson- trata de un caserón solitario y temido de Irlanda, que constituye el centro de espantosas fuerzas del trasmundo, y soporta el asedio de híbridas y blasfemas anormalidades que surgen de secretos abismos inferiores. Los vagabundeos del espíritu del narrador durante ilimitados años-luz del espacio cósmico y kalpas de eternidad, y su asistencia a la destrucción final del sistema solar, son algo casi único en la literatura fantástica. Por lo demás, a lo largo de la historia se pone de manifiesto la capacidad del autor para sugerir horrores vagos y emboscados en un escenario natural."
Todo un clásico de la literatura fantástica.

PESAR*
¡Un hambre feroz domina mi pecho,
no imaginaba yo que este mundo todo,
que Dios estruja en su mano, podía dar
tan amarga esencia de inquietud,
un dolor como el que aúlla ahora
en este espantoso corazón liberado!
Cada sollozo exhalado es sólo un grito.
Mis latidos difunden la agonía
y un solo pensamiento ocupa mi cerebro:
¡que nunca más en esta vida se tocarán
(salvo en el dolor de la memoria)
tus manos y las mías, porque ya no estás!
Te busco, en el vacío de la noche
y te llamo en mudo silencio;
pero no estás, y el trono inmenso de la noche
se transforma en templo
y sus campanas-estrellas repican para mí,
¡el más solo en todos los espacios!
Y me arrastro hambriento hasta la orilla
donde acaso me aguarde algún consuelo
del corazón eterno del viejo Mar;
¡pero oíd!, ¡de las solemnes profundidades,
las voces lejanas del misterio
parecen preguntar por qué nos separamos!
Adonde vaya estoy solo,
aunque una vez, en ti, lo tuve todo.
Mi pecho es un dolor furioso
por todo lo que fue, y ahora corre
al vacío donde la vida se precipita,
¡donde todo se pierde, y no vuelve a ser!

*Estas estancias, redactadas a lápiz, las descubrí en un trozo de papel pegado en la guarda del manuscrito. Parecen haber sido escritas en una fecha anterior al manuscrito. (N. del E.)

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